martes, 10 de junio de 2014

Crónicas de mis viajes por la ciudad oscura: los caminos sin rumbo




En la ciudad oscura abundan los caminos que no llegan a ninguna parte, que así como no tienen principio tampoco tienen final. Darse a la tarea de buscar el nacimiento de un camino, o incluso de seguirlo para ver que es lo que sucede con el es bastante desconcertante.

-Las gentes ya no buscan, no necesitan buscar. Solo cumplen. Míralos, todos hacinados, enojados. No esperan nada porque no tienen Fé. Pero no es el trabajo el que desarrollan en las oficinas y fábricas los que los tiene así, es la vida misma, la rutina que como un pesado yugo aniquila el más leve deseo de libertad y un ser humano solo puede experimentar la libertad a través de la creación.

Díjome todo esto la polilla que revoloteaba junto a mi hombro izquierdo mientras me adentraba en uno de esos caminos sin rumbo.

Al principio intentaba fijar mi atención en los rostros de la gente, intentaba desentrañar un rasgo que los hiciera distintos unos de otros; pero esos rasgos solo eran vagas sombras. Pronto comencé a ver replicas, una uniformidad aberrante lo llenaba todo. Eran máscaras, máscaras vacías y grises, pero fueron los ojos... sus ojos...

Poco a poco fue embargándome una pesadez extraña,una bruma gris fue apoderándose de mi corazón y ya en el núcleo donde mi pasión anida aquella sombra fue devorando lentamente lo mas sagrado de mi ser: mi voluntad.

-Sus ojos no reflejan el vacío de sus rostros, reflejan la insatisfación y como están rabiosos contra si mismos ni siquiera se percatan de quienes tienen al lado, como si de su propia imagen reflejada en un cristal se tratase. Eso sí, necesitan ser espoleados en sus actividades, hacerlos sentir que trabajan por algo, a unos les hacen sentir que son necesarios y a otros que son vulgares patanes. Ambos, patanes y sabios, son necesarios en la ciudad en la que estamos ahora.
Ahora vayámonos porque un camino que no lleva hacia ninguna parte puede llegar a entristecer mucho...


Me di cuenta mientras me alejaba que las gentes que vi eran las copias de las viejas máscaras del pasado, que a pesar de la rara uniformidad de la masa humana estaban aislados . Conté esto y mucho más a la polilla mientras llegamos a una encrucijada de caminos, allí nos esperaba alguien desde hace mucho mucho tiempo.

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