Los
muros son de ladrillo y cemento. Hacinados los humanos viven sus
vidas, separados , creando muros y distinciones para todo. Miro al
cielo y me digo: esa vastedad siempre nos invita a levantar el
vuelo. Comprendo que los muros solo se pasan volando, nunca
rompiéndolos. Quiero fabricar mis alas de ensueño, pero la tarea es
ardua, el ancla está afincada a los conceptos de vida inculcados,
que como trapos sucios hay que ir limpiando. El cielo, el
cielo siempre. Últimamente te manchan, a ti cielo, lo mas sagrado, lo
mas puro. En ti habita el aire que nos da la vida, el Sol que nos
nutre, el agua que nos da la lluvia, los pájaros, los sonidos, la música... Apareces cubierto de lineas sucias, de cicatrices hechas
por la maquinaria sucia y depravada. Pero tú permaneces impasible,
porque comprendes. Aunque a mi me duele verte así y es un dolor
profundo, porque quizá en este reflejo sucio de tiza cenicienta, se esconde el resumen de la manipulación y el engaño mas atroz de la que
es victima el humano. Es sabido que el alimento está manipulado,
nuestras mentes, nuestro tiempo. Pero tú, cielo, eres lo que todos
miramos cuando deseamos levantar el vuelo. Eres el camino hacia la
libertad, verte sucio me duele. Pero sé que el dolor siempre encierra
una gran lección. Y quizá por ello hoy y por siempre, te valore más
que nunca...
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